“Cuando esté en nuestro poder… nos convertirnos en dueños y poseedores de la naturaleza…” Estas son palabras de Descartes, uno de los fundadores de la época en la que vivimos. ¿Qué es lo que debemos tener para dominar la naturaleza?
Conocimiento, pero no cualquier tipo de conocimiento, sino que uno generado por un método que matematiza el mundo, que lo convierte en algo calculable y, por lo tanto, predecible y controlable.
Las empresas responden a esta forma de ser, buscando constantemente tomar decisiones basadas en datos. ¿Por qué basadas en datos? Porque así podríamos saber y calcular, controlando el funcionamiento de la empresa.
Esto lo vemos constantemente, simplemente miren los indicadores y presupuestos con que trabajamos.
¿Qué sucede en la gestión del talento? Evaluamos competencias, objetivos, potencial, criticidad de los cargos, riesgo de salida, ajuste de la persona al cargo, ajuste de la persona a la cultura, bandas salariales, impacto de la capacitación, clima laboral…
Si, la gestión del talento también busca que las personas y las empresas sean calculables.
Es más, incluso podríamos argumentar que la gestión del talento necesita profundizar en este tipo de métodos.
Pensemos cuando discutimos el presupuesto del año, ¿qué gerencias reciben mayores presupuestos? Una hipótesis, las que pueden calcular sus efectos de mejor manera.
¿Quieres tener más presupuesto para los programas de desarrollo de talento, retención, marca empleadora, clima laboral o cambio cultural? ¡Calcula!
Pero, me dirán, (quizás de forma molesta) ¡nosotros trabajamos con personas! Así es, cuando gestionamos el talento, trabajamos con personas y existen factores que se escapan a las estadísticas.
Gestionar el talento no es sólo sumar, existen otros factores que debemos tomar en cuenta.
Por supuesto que no todo es calculable, pero sería un error no hacerlo, puesto que si no muestras números, entonces tendrás menos capacidad de negociar las inversiones que quieres hacer.
¡Nadie dijo que gestionar el talento es fácil!
Saludos,
