Descartes soñó con dominar la naturaleza mediante el conocimiento matemático. Hoy, las empresas buscan lo mismo: controlar su funcionamiento a través de datos. En gestión del talento ocurre igual: medimos competencias, potencial, clima y más. No todo es calculable, pero si no lo cuantificas, pierdes poder para influir y negociar. Gestionar talento exige números… y humanidad.